La vida está llena de coincidencias y nunca sabes que te deparará el futuro. En mi caso un cambio de ciudad, cambio de trabajo, nuevas amistades....todo eso hizo que mis pies acabaran en Chile un 19 de Marzo de 2008.
Al salir del aeropuerto en seguida me junté con mi amigo Josema y todo comenzó. Un buen restaurante en Santiago, una buena sobremesa, unos schops, unos piscos y Chile a nuestros pies.
Es difícil expresar con palabras todos los sentimientos, todas las emociones, todo lo que pasa por mi mente cuando oigo la palabra “Chile”. Quizás ahí radica la diferencia entre un buen escritor y un mal escritor, en lograr plasmar los sentimientos en una hoja de papel. Lástima que yo no sea buen escritor.
Chile es naturaleza, libertad, dulzura, volcanes, glaciares, soledad, melancolía, azul, frío, tierra, lagos…todo eso y mucho más que me resulta muy difícil transmitir.
Recuerdo estar paseando por Puerto Natales en compañía de Josema. Acababamos de llegar a la Patagonia, uno de los lugares más recónditos de la tierra. Era noche cerrada y no teníamos ni idea de donde dormir. En la estación de autobuses nos comentaron que fuéramos al hostal de Nancy. Caminamos tres o cuatro “cuadras” y allí, en la penumbra de aquella solitaria calle patagónica apareció el hostal de Nancy. Una fachada de madera, una puerta de madera…..un par de golpes a la puerta y nadie contestaba. Lo intentamos una vez más y una encantadora chica nos recibió (cuando digo encantadora quiero decir encantadora). Nos mandó esperar un momento. Preguntó a alguien de dentro si había sitio y ya en seguida nos hizo pasar.
Nos recibió en una especie de hall, le comentamos nuestros planes de ir a Torres del Paine y en seguida se brindó a darnos información de todo tipo. Al rato subimos a nuestra cómoda habitación. Moqueta en el suelo, calefacción, dos camas y una mesita de noche. ¡Para qué pedir más!. Volvimos a la recepción y le preguntamos a Andrea (que así se llamaba la chica) por un sitio donde cenar. Nos indicó un lugar y hacia allí nos dirigimos. Josema y yo, noche cerrada, en la Patagonia, ni un alma por la calle, a 13.000km de España, hacía frío y viento y parecía que éramos los únicos seres vivos que andaban por la calle en esos momentos…..no puedo explicar lo que sentía en esos momentos pero era algo muy fuerte. Era sentirse muy muy vivo.
El lugar que Andrea nos había indicado estaba cerrado, un borracho se tambaleaba por la calle y un coche tuneado Austral pasaba con los faros encendidos a nuestro lado. Encontramos otra persona y le preguntamos donde cenar. Nos indico otro restaurante y allí que nos fuimos. “Restaurante Austral” regentado por un curioso personajillo al que Josema apodó “el sabandija”, apodo con el que se quedó para el resto de la excursión. Tomamos una deliciosa cena, regada con un par de buenas cervezas “Austral” y nos retiramos al Hostal Nancy, nuestro hogar en Puerto Natales y creedme cuando os digo que aquel hostal era un verdadero hogar. Un trato increible, educación, cortesía, humildad, sencillez y unas habitaciones muy, pero que muy cómodas.
Y así fue nuestra primera noche en tierras patagónicas. Luego vino Torres del Paine y la despedida de Josema, que se iba a España unos días antes que yo.
En Valdivia unos chilenos que nos invitaron a un “disco” (una forma de parrillada a la chilena), nos preguntaron: “¿y que hacéis en el culo del mundo?” y si os digo la verdad, yo no sabía muy bien lo que hacía allí. Quizás en ocasiones no eliges tú el destino, sino que el destino te elige a ti. Lo que sí os puedo decir sin ninguna duda es que volvería ahora mismo.
Este blog se lo dedico muy especialmente a Josema. Sin el, quizás no habría ido nunca a ese precioso país. También quiero dedicárselo a toda la gente maravillosa que allí conocimos, Gaby, Melissa, Andrea, “el sabandija”…
Gracias CHILE.
